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miércoles, 6 de junio de 2012

Campeonato internacional de cadetes (interesante artículo de Mikel Cuadra Aguirre - exjugador)

04-06-2012 15:31 Ymálaga

La pasada semana viví en mis carnes el Campeonato de España cadete, al que se debería cambiar el nombre por el del titular de mi artículo. Equipos plagados de jugadores de otras nacionalidades, y sobre todo de otras edades, que ni por asomo son las reglamentadas. Adultos con fichas de niños, músculos llenos de kilos impropios de la edad, cadetes con la 'mili' hecha y hombres de pelo en pecho abusando de barbilampiños en edad de crecimiento. 

No entiendo cómo en nuestro país se permite el adulterio en las categorías formativas, cuando a ninguno de los nuestros dejan ni dejarán participar en competiciones de formación de otros países. El daño que se está haciendo al futuro de nuestros jugadores puede resultar determinante para el ocaso de los apellidos patrios en nuestras altas competiciones. La acaparación del juego por parte de las 'estrellas' venidas de fuera limita el desarrollo de forma arbitraria e injusta, de cada uno de los nuestros en esta mal llamada formación. Licencia para matar del foráneo frente a las restricciones impuestas a muchos de los nacionales (con igual o más talento que el externo); pero sin sus cartas blancas y marcadas, ases en la manga, errores minimizados y prebendas. 

El juego de ataque basado en unos pocos, gracias a Dios, se rindió ante un colectivo sevillano manejado a las mil maravillas por un entrenador con mayúsculas llamado Rafa Monclova. Quizás esta fue la verdadera alegría para unas vistas cansadas de un juego ramplón, marcado por sistemas restrictivos, dependencia de los externos, zonas, penetraciones desaforadas, y poca cintura para la improvisación y el talento. El Banca Cívica dio una lección de civismo, humildad, trabajo en equipo, estrategia y preparación de los partidos, de la que ningún rival se enteró, hasta el momento en el que levantó la copa de campeón. 

Si a estas categorías formativas, y a estos campeonatos 'nacionales' adulterados, no se pone freno con medidas estrictas, acabaremos viendo plantillas repletas de extranjeros con los nuestros de palmeros, bloqueadores o aguadores de los 'invasores', y a las futuras selecciones nacionales sin DNI pero con pasaporte. 

Basta ya de tanta alfombra roja para ellos, y cama de fakir para los nuestros; basta ya de halagos inflados para unos y cuatro líneas para otros; basta ya de mentiras porque ninguno (que yo sepa) es nada más que una apuesta a la edad de 15 años (los que los tenían), salvo que los videntes (a patadas) vean lo que casi nadie ha sido capaz de ver en el pasado. Gasol llevaba las toallas en categorías inferiores; Marc, ya profesional, fue rechazado por el Barça para acabar como estrella de la NBA; Álex Abrines un chico de patio de colegio inexistente hasta los 18 años, y otros muchos casos que darían para rellenar las vergüenzas de las 'brujas Lola o Rapheles' de la canasta con malísima memoria deportiva. 

¿Dónde están aquellos visionarios? ¿Quién es el guapo que pone y quita sin pudor para luego dar la cara y asumir sus errores? ¿Quién repone las heridas de miles de fracasados futuros que llenaron sus vitrinas de medallas o copas de infancia? Preguntas que quedarán sin respuesta porque, para demasiados, los jóvenes ilusionados son tan sólo mercancía del momento, con un par de ojos, y unas mentes muy fáciles de manejar, sin que nadie exija la más mínima responsabilidad futura. 

Dejemos que los niños aprendan en igualdad de condiciones, disfruten como niños, sonrían y compitan sin adulteraciones. 

Aborrezco las presiones del profesional en menores de edad, los atropellos desde la banda por los errores cometidos, los sistemas automatizados que no dejan sitio a lo imprevisible, las diferencias de trato, las mentiras del cumpleaños y la falta de explicaciones con el bufido como argumento. 

La enseñanza está dando paso al rebuzno, el principio de autoridad al autoritarismo y la igualdad de oportunidades al oportunismo. 

Como todo en la vida, siempre hay y habrá muchas excepciones de las que nos alegramos, sentimos orgullo y apoyamos a pies juntillas. 

En una sociedad tan globalizada, quizás los López o Sánchez de toda la vida deban pensar, como todos los que nos llegan del extranjero sin pudor, en hacer las maletas y convertirse en 'españoles en el mundo' de otro baloncesto en el que se les considere y respete como Dios manda. 

• Por Mikel Cuadra Aguirre (exjugador)

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