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miércoles, 6 de junio de 2012

Vergüenzas del baloncesto (otro interesante artículo de Antxon Blanco)

JUNIO 4
por Antxon Blanco

Los deportes en determinados momentos deben tomar decisiones, ofrecer cambios a sus estructuras para seguir creciendo. Lo vivido en el campeonato de España cadete de baloncesto obliga a realizar una profunda reflexión sobre lo que está sucediendo en el basket en categorías inferiores. Son algunas de las vergüenzas de este deporte, tan moderno e innovador en algunos aspectos pero que en este tema no ha sabido reaccionar. 

La avalancha de extranjeros está desvirtuando el espíritu de lo que debe ser un campeonato de España para jugadores de 15 y 16 años. No parece muy sano que un equipo base su potencial en cuatro africanos, dos de ellos con apariencia física de estar más cerca de los 20 años que de los 16, aunque uno de ellos dice tener 12 años a pesar de sus 2 metros y pico de estatura. No es muy coherente que un empresario de la localidad de Marin pague tránsfer, alojamiento, educación y alguna remuneración personal a tres jugadores (uno ucraniano y dos africanos) para que todo el juego se base en estos tres jóvenes y el resto del equipo (nueve jugadores) se limite a defender, correr, pasarles el balón y solo se atrevan a realizar 10 tiros durante un partido, mientras las figuras lo hagan en 54 ocasiones, por ejemplo. En la semifinal 64 puntos de los tres extranjeros por 12 de los otros nueve. 

Pero no solo Tenerife (7º) y Marin (subcampeón). También Barcelona (cuarto) contaba con tres extranjeros, Unicaja (tercero) tenía dos más el hijo de Sabonis, lituano pero residente en Málaga desde los 9 años; incluso el Torrelodones (sexto) de Madrid tenía un chaval africano de mucho nivel. El Joventut prueba jóvenes foráneos. El Cajasol de Sevilla, el campeón en la actual edición, también lucía extranjeros… Solo el Easo de San Sebastián entre los ocho equipos que llegaron a cuartos de final podía afirmar que sus doce componentes eran jugadores de la zona (diez donostiarras y dos de Errenteria). 

Claro, por eso el gerente del club donostiarra siempre me hablaba de la Liga de Primera, de Segunda y de Tercera dentro del campeonato de España, repito de chavales de 15 y 16 años. He leído mucho estos días y he hablado con gente de otros equipos y federaciones. Algunos se echan las manos a la cabeza, otros encogen los hombros. Si antes este tsunami de globalidad mal entendida en los equipos con cuentas corrientes más generosas llegaba en la categoría junior, ahora aterriza con fuerza en la cadete y quién sabe si seguiría deslizándose esta entrada de pasaportes dudosos hasta la de minibasket.

Es necesario un control del número y edad de los jugadores extranjeros si no queremos hundir el interés de la competición. Teminará ocurriendo que ganará quien se atreva a llevar más balcánicos, africanos o rusos, al campeonato de España. Perderán los equipos más modestos pero también el baloncesto de futuro y los chavales que entrenan duro durante meses para que al final deban ceder sus camisetas a esos espigados de más de dos metros que afirman tener 16 años a pesar de una dudosa apariencia. No hay un control de los nacimientos en numerosos países de África y eso lo conocemos en otros deportes. Esta circunstancia es aprovechada por los representantes de estos jóvenes jugadores que fichan para ofrecérselos a los clubes hasta que terminan colocándolos. 

Los hermanos congoleños Belemene llegaron con su representante y uno de ellos, el menor, recaló en Málaga; y el mayor tras ofrecérselo a un par de clubes españoles fue fichado por el Marín pontevedrés. Es un ejemplo. Otras escuelas deportivas de clubes de ACB cuentan hasta quince extranjeros en las categorías inferiores. No defenderé esta estrategia pero puedo llegar a entenderla como inversión deportiva y también, lamentablemente, como un negocio, pensando en el primer equipo. Sin embargo considero lamentable que este mercadeo, esta compra de casi niños, se convierta en el peso que desequilibre la balanza de un campeonato de España. 

El verdadero aficionado a este deporte disfrutó en Pontevedra con un Easo guerrero que logró un puesto de honor entre clubes balcanizados o africanizados a pesar de contar con canteras poderosas e históricas en poblaciones con enorme tradición. Pero también se aplaudió a un La Salle Rovira de Baleares con chavalitos de las islas; con el mismo Iraurgi de Azpeitia-Azkoitia y un espléndido Oroz; con el Alginet valenciano que cayó en la primera fase. Otros equipos por supuesto trabajan igualmente sus canteras al 100% sin pensar ni un minuto en fichar torres de 200 centímetros. Prefieren que esos críos que desde los 8-9 años poblan las escuelas deportivas tengan su oportunidad cuando llega uno de los momentos mágicos en la trayectoria de estos jóvenes: el campeonato de España. Eligen el disfrute del chaval local a la victoria trufada por musculosos brazos de alguien que ni tan siquiera puede comunicarse con el resto de sus compañeros. 

Los clubes en su momento tomaron la decisión de fichar o no y eligieron una trayectoria quizás menos dorada, pero coherente. Ahora es el momento de la Federación Española. Pueden mirar hacia otro lado, sin duda. Ojalá que en unos años esa postura no les provoque una tortícolis de imposible curación.

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