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domingo, 25 de julio de 2010

XXXIV Curso Nacional de Entrenador Superior - Pérez Niz despeja temores



26/07/2010 Una de las materias teóricamente más duras del curso como son las reglas con todas esas apreciaciones tantas veces complicadas de definir se convierten, de la mano de Miguel Ángel Pérez Niz, en una divertida experiencia para los alumnos del Curso Superior.

Aparece “Michel” ante los alumnos, con ese acento meloso, con esa sonrisa abierta y sincera de quien tiene la virtud de la simpatía natural y de pronto los temores de los alumnos desaparecen porque enfrente dejan de ver al tipo que creían les iba a jorobar el curso para sustituirlo por alguien dispuesto a ayudar. Así lleva sucediendo en los últimos años y así sucedió en la edición actual con la consecuente expresión de satisfacción de alumnado que, a medida que avanza el Curso va cogiendo fuerzas de quién sabe dónde para afrontar la recta final.

No es fácil la asignatura de reglas este año, ni para quien tiene la obligación de aprobarla ni para quien tiene la responsabilidad de impartirla. Porque las nuevas reglas tienen en algunas ocasiones su interpretación y porque como todo lo novedoso muchas veces requiere de un lógico periodo de adaptación. Pero con naturalidad, con participación activa del alumnado, con implicación de todos los presentes, se fueron abordando uno por uno aquellos temas de máximo interés tanto para el obligado conocimiento del reglamento como para obtener pistas de cara a ese siempre temido de reglas. Pérez Niz volvió a “sudar” la camiseta durante casi tres horas intensas, repletas de explicaciones, preguntas, ejemplos prácticos, videos… y como siempre sucede en el Curso, en contra de lo que sucede habitualmente, una de las mejores ovaciones se las llevó el árbitro.

Pérez Niz recordó algo fundamental en nuestro deporte como es el hecho de que el árbitro es un miembro más del partido, del baloncesto, y por lo tanto la relación que se establece con los jugadores y entrenadores debe ir de la mano del respeto, de la normalidad, de la aceptación que, como todos los demás integrantes del juego, también tiene derecho a fallar.

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